Un paseo en el que descubrir la Casa del Milagro. la Iglesia Santiago Apóstol, la Fuente de la Agricultura, el Parque San Jaime, la Plaza de España o el Torreón. Desde algunos de estos puntos podremos enlazar con los senderos de corto recorrido.
A lo largo del siglo XIX el casco urbano de Alborache creció hacia el nordeste, siguiendo diversas calles el trazado rectilíneo hasta la Plaza de España, así como hacia el sudeste, en paralelo a la carretera de Turís.
El templo parroquial, construido en honor de Santiago Apóstol entre los siglos XVII y XVIII, es de estilo neoclásico, tiene modestas dimensiones y es, a su vez, moderno y atractivo.
Destacar los de época romana y árabe en el paraje del Prado del Baile-Regajo.
Existen infinidad de fuentes y manantiales en Alborache, así como hermosos parajes naturales; entre ellos el Parque de San Jaime, Lugar del Milagro, Molino de la Luz, el Valle Feliz, etc. La Ruta de los Molinos, sin duda, es la más importante de esta localidad y es que ¡Es preciosa! Arrancamos en el Charco Azul, un manantial de aguas cristalinas. En esta ruta vamos a recorrer las antiguas edificaciones que aprovechaban la fuerza del agua para diferentes usos desde el S.XVIII hasta principios del S. XX. Molinos harineros primero, "fábricas de luz” después, algunos de ellos se han perdido para siempre aunque otros perviven transformados en residencias y casas rurales. Pero sobre todo perviven las infraestructuras que se construyeron para dotarlos de utilidad: azudes, canalizaciones, compuertas, ahora ya integradas en el paisaje fluvial de este rincón de Alborache. La Ruta de los Molinos es fácilmente transitable para todo tipo de personas a pie, en bicicleta o incluso a caballo, además el recorrido cuenta con algunos paneles que informan sobre los antiguos molinos que encontramos a nuestro paso y sobre algunas de las construcciones realizadas para el aprovechamiento del agua.
Como pueblo mediterráneo, disfrutaremos de unas intensas fiestas y podremos saborear la variada gastronomía mediterránea de interior; el arroz al horno, gazpachos de pastor, paella valenciana, mojete, carnes asadas a la brasa con ajoaceite y. por supuesto, excelentes vinos de la tierra.
El municipio de Alborache está situado en el margen derecho del río Buñol, sobre la cima de un pequeño cerro al que circundan dos barrancos. Limita con los pueblos de Buñol (al norte), Godelleta (al noreste), Turís (al este), Dos Aguas (al sur), Macastre (al oeste) y Yátova (al noroeste).
La superficie está quebrada por numerosos barrancos y torrentes y no posee elevaciones notables. La parte de mayor altitud es una estrecha y alargada faja de terreno que llega hasta las estribaciones de la Sierra de Dos Aguas.
Alborache, fue población relevante durante la dominación musulmana. Recibe el nombre de Al-buraij, que significa Torre Vigía. Torre islámica que presidía el municipio y fue progresivamente destruida por los avatares bélicos padecidos por la población.
Alborache tuvo ya población durante la dominación Romana como lo muestran los hallazgos de lápidas y otros restos.
En 1094 fue ocupado por el Cid. En 1245 fue conquistado por el caballero Rodrigo de Lizana, a quién se lo había concedido Jaime I. Tras la capitulación en 1252, siguió habitando en ella la población de moriscos. Jaime II “El justo” lo declara lugar de “Fuero Real”, con dictado de “Lealtad”. Los Reyes Católicos le conceden privilegios por la ayuda prestada para la conquista de Granada. Durante las Germanías fue destruido por el Duque de Segorbe. Perteneció al Ducado de Híjar y más tarde al Marqués de Albaida. En 1611, tras la expulsión de los Moriscos, se redujeron a 15 las 65 casas habitadas de la población y, según cuentan las crónicas, los desterrados “hubieron de mal vender las cabras a un real, las gallinas a sueldo y el trigo a 12 reales el caiz”.
El señor, que era D. Gaspar Mercader, Conde de Buñol le otorga Carta Puebla con el nombre de Alboraix y Alboraig nombre que mantendrán hasta el decreto de Nueva Planta en 1707 que pasó a llamarse Alborache. Durante la guerra de la Independencia, sus habitantes se distinguieron luchando contra el Mariscal Suchet. En 1874, los Carlistas se apoderaron del pueblo y destruyeron el Archivo Municipal y la Casa Ayuntamiento. También en el Siglo XIX, se construyó la nueva Iglesia parroquial de Alborache, consagrada a San Jaime Apóstol, de estilo neoclásico.